
- “¡Juan!”. Aurora lo reclama con ímpetu, tras verlo cruzar inquieto la calle. ¡Clan!, primera campanada.
Juan es un hombre mu golpeao, unos 72 años. Desaliñado, su pantalón de chándal, su camisa a cuadros de algodón 100% currado y una gorra seven-up descolorida calada. Fuera de temporada no, fuera de catalogación alguna.
- “¡Juan!”. Aurora, lo reclama por segunda vez. ¡Clan!, segunda campanada.
Aurora es su mujer, su esposa, su compañera de viaje. Los dichosos dolores de rodilla le impiden demasiado movimiento. Lleva un rato esperando y tampoco sabe por dónde viene la cruz de guía. Ella sí sabe dónde está su “amor”, Juan. Está justo en la otra acera, un poco avanzado en la calle, sacando cuello como un loco a ver si ve por dónde viene la dichosa cruz de guía.
- “¡Juan!”. Aurora lo reclama de nuevo. ¡Clan!, tercera campanada.
En estas esperas semanasanteras uno suele pensar en lo suyo, mientras observa las caras de los demás. Yo observaba a Juan y Aurora, aquel amor gran reserva, solera añeja que esperaba como yo “al Amor”.
- “¡Juan!” .Aurora lo reclama una vez más justo a compás. ¡Clan!, cuarta campanada.
No se ve pero se adivina. Cruz de guía. Como el torero Blanquet ya huelo a cera quemada.
- “¡Juan!”. Puntual golpe en el tiempo. ¡Clan!, quinta y última campanada.
Y en aquel solemne momento primaveral en espera del “Amor”, saltó el grito urgente de Juan por encima de toda la calle gaditana estrecha, bañada de tarde noche y de cal; y con un deje más gaditano que la misma calle donde estábamos, soltó un imperioso e inolvidable:
- “¡¡¡¡Qué quieeere… carajhoo!!!!”
Y definitivamente “El Amor” llegó.
Muy bueno. Me ha encantado!
ResponderEliminarjajaja...me alegro que te gustara Rafa...
EliminarAurora me imagino que gritaba desde una silla de playa colocada estratégicamente para no perder detalle.
ResponderEliminar..... el amore ....