jueves, 24 de mayo de 2012

10 SEGUNDOS


Mi primera intención fue siempre contaros mi secreto, pero no lo logré nunca y hoy sabía que sería el día que lo confesara. Desde muy joven supe que tenía un don especial, que muy al principio me parecía un regalo, que más tarde me pareció una sorprendente y privilegiada cualidad, y que finalmente entiendo como una desgracia sobrenatural. Siempre lo mantuve en secreto hasta hoy. Tengo el horrible poder divino de saber que va a ocurrir en el futuro, pero se trata (y aquí lo confieso tal cual me ocurre)  de un futuro muy próximo. Sé fielmente que ocurrirá dentro de 10 segundos. No es ninguna milonga, es así, tal cual lo confieso, sé exactamente que va a ocurrir delante justo de mí, dentro de 10 segundos.

Me explico. Mientras escribo estas palabras sé que en unos segundos un pequeño pájaro se posará risueño justo en mi ventana, me mirará fijamente (sabiendo que le esperaba) y seguirá su lindo vuelo primaveral. Es así. Por ejemplo, hace un minuto abrí la puerta de casa antes de que llamesen al timbre, porque ya sabía que sonaría el impertinente ring-ring del llamador (y me negué a padecerlo);  sabía que sería la polvorilla de mi hermana Carmen mascando chicle y su calenturiento noviete los que aparecerían en escena para poner música ambiental (con aullidos exagerados incluidos) en la habitación de al lado. Y así fue. ¡Esperad un momento!, ahora tengo justo frente a mí al pequeño pájaro mirándome de cara, “hola pajarillo feliz, ¿que tal?, ¿vas a seguir con tu vuelo primaveral?, seguro que sí… muy bien amigo…, adiós”. Ya sé fue el pájaro, os dije que así sería.

Si por ejemplo un camarero va a derramar el café en mi camisa, justo me levantó (todos creéis que hábilmente) y me desplazo unos centímetros, plaf, café justo a mi lado; perfecto, camisa impecable. Este mismo fenómeno me ocurre casi de forma constante, así que mi tiempo siempre parece estar robado, o mejor dicho lo está. Por eso nunca pasa en mi vida lo que debe de pasar. Nunca es lo que tiene que ser. Sé que detrás de las sombras que a todo el mundo causa miedo simplemente se mueve un gato indefenso, porque ya lo he visto salir a la luz de la luna 10 segundos antes de que salga a la luz de todos.

Este don mío me ha hecho no saborear las cosas que no me gustan, porque sin probarlas me veía con la cara estreñida en mi espejo ángel y demonio. No conozco el sabor de la sopa de tomate, que nunca probé, o por ejemplo los besos de Beatriz que nunca me dio. Sé que no me gustan, porque ya me vi en mi largo espejo reflejado, como os cuento.

A veces, aunque veo lo que va a ocurrir no me da tiempo a reaccionar, ni a pensar, ni a nada…y pasa lo que pasa, que me quedo impávido, inmóvil e inerte como un imbécil. Sé casi siempre ir a favor del viento pero casi nunca ir en su contra, ya me entendéis. Podéis creer que soy un privilegiado ahora, pero no hay nada más lejos de la verdad que esa afirmación insensata. Todos creen que soy frío, que no siento ni padezco, y créanme, nada más lejos de la verdad. Nada me sorprende, eso sí es cierto y aquí lo confieso, pero todo me llena y todo duele.

Por eso, amigos míos, os pido disculpas si alguna vez os parecí frío, insensible e imbécil. Si no me sorprendí de vuestras alegrías, de vuestras buenas nuevas que con tanto entusiasmo vinisteis a contarme con ese amor que no merezco. Soy mal actor, eso parece estar claro, y entended ahora que ya conocía vuestras palabras justo antes de que abrieseis vuestra boca entusiasta.   

Ahora sé que ocurrirá en 10 segundos, eso es todo. Pero, ¡no dejéis de sorprenderme!

  

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