Mi primera intención fue siempre
contaros mi secreto, pero no lo logré nunca y hoy sabía que sería el día que lo
confesara. Desde muy joven supe que tenía un don especial, que muy al principio
me parecía un regalo, que más tarde me pareció una sorprendente y privilegiada
cualidad, y que finalmente entiendo como una desgracia sobrenatural. Siempre lo
mantuve en secreto hasta hoy. Tengo el horrible poder divino de saber que va a
ocurrir en el futuro, pero se trata (y aquí lo confieso tal cual me ocurre) de un futuro muy próximo. Sé fielmente que
ocurrirá dentro de 10 segundos. No es ninguna milonga, es así, tal cual lo
confieso, sé exactamente que va a ocurrir delante justo de mí, dentro de 10
segundos.
Me explico. Mientras escribo
estas palabras sé que en unos segundos un pequeño pájaro se posará risueño justo
en mi ventana, me mirará fijamente (sabiendo que le esperaba) y seguirá su
lindo vuelo primaveral. Es así. Por ejemplo, hace un minuto abrí la puerta de
casa antes de que llamesen al timbre, porque ya sabía que sonaría el
impertinente ring-ring del llamador (y me negué a padecerlo); sabía que sería la polvorilla de mi hermana
Carmen mascando chicle y su calenturiento noviete los que aparecerían en escena
para poner música ambiental (con aullidos exagerados incluidos) en la
habitación de al lado. Y así fue. ¡Esperad un momento!, ahora tengo justo
frente a mí al pequeño pájaro mirándome de cara, “hola pajarillo feliz, ¿que tal?, ¿vas a seguir con tu vuelo
primaveral?, seguro que sí… muy bien amigo…, adiós”. Ya sé fue el pájaro,
os dije que así sería.
Si por ejemplo un camarero va a
derramar el café en mi camisa, justo me levantó (todos creéis que hábilmente) y
me desplazo unos centímetros, plaf,
café justo a mi lado; perfecto, camisa impecable. Este mismo fenómeno me ocurre
casi de forma constante, así que mi tiempo siempre parece estar robado, o mejor
dicho lo está. Por eso nunca pasa en mi vida lo que debe de pasar. Nunca es lo
que tiene que ser. Sé que detrás de las sombras que a todo el mundo causa miedo
simplemente se mueve un gato indefenso, porque ya lo he visto salir a la luz de
la luna 10 segundos antes de que salga a la luz de todos.
Este don mío me ha hecho no
saborear las cosas que no me gustan, porque sin probarlas me veía con la cara estreñida
en mi espejo ángel y demonio. No conozco el sabor de la sopa de tomate, que
nunca probé, o por ejemplo los besos de Beatriz que nunca me dio. Sé que no me
gustan, porque ya me vi en mi largo espejo reflejado, como os cuento.
A veces, aunque veo lo que va a ocurrir
no me da tiempo a reaccionar, ni a pensar, ni a nada…y pasa lo que pasa, que me
quedo impávido, inmóvil e inerte como un imbécil. Sé casi siempre ir a favor del
viento pero casi nunca ir en su contra, ya me entendéis. Podéis creer que soy
un privilegiado ahora, pero no hay nada más lejos de la verdad que esa afirmación
insensata. Todos creen que soy frío, que no siento ni padezco, y créanme, nada
más lejos de la verdad. Nada me sorprende, eso sí es cierto y aquí lo confieso,
pero todo me llena y todo duele.
Por eso, amigos míos, os pido
disculpas si alguna vez os parecí frío, insensible e imbécil. Si no me sorprendí
de vuestras alegrías, de vuestras buenas nuevas que con tanto entusiasmo
vinisteis a contarme con ese amor que no merezco. Soy mal actor, eso parece
estar claro, y entended ahora que ya conocía vuestras palabras justo antes de
que abrieseis vuestra boca entusiasta.
Ahora sé que ocurrirá en 10
segundos, eso es todo. Pero, ¡no dejéis de sorprenderme!
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