viernes, 13 de julio de 2012

LE LLAMABAN BODY


Se tatuó en el bíceps un alambre de pinchos de estos de vallado de prisión, ¿sabes el que te digo, no?;  pero lejos de ser un “alambre-pincho” conmemorativo o simbólico de haber superado una mala racha o algo así, se lo hizo porque le gustaba como quedaba en su espectacular atributo muscular. Fue su primer tatuaje a los 12 años de edad. Manolín algo más forjado en su carácter, ya a los 13,  se grabó su segundo tatuaje. Fue uno de esos tattoos mareantes qué nadie sabe bien qué representa y por el que todo el mundo pregunta cuando lo ve. Era un dibujo que se suponía “indígena indígena”, de los antiguos indígenas de las américas o de las indias orientales de toda la vida, que en su antebrazo quedaba muy chulo, la verdad. Fueron los primeros pinitos con tinta negra bajo su piel y los primeros síntomas que mostraban la honda y prematura preocupación que Manolín empezaba a tener con su body a tan inocente edad.
Tuvo la inmensa suerte que su primer amor se llamara “Mari” (4 letras góticas  rojas que se tatuó  en su pecho derecho) y que su segundo amorío, quiero creer que casualmente, se llamara “Mari Jose”. Así que, cuando el primer amor de desvaneció cual azucarillo, solo tuvo que completar las letras que faltaban por imperativo lógico de la última dama, lo que hizo que el  tatuaje terminara algo descolocado en su lampiño pectoral. Finalmente lo de su segundo y desventurado amor también terminó como el rosario de la aurora, pero como tenía siempre tanta suerte, y era “creyente creyente”, se tatuó bajo el de “Mari Jose” el nombre divino de “Jesús” y el rostro moreno del “Gran Poder”, justo en medio de los tres nombres bíblicos, formando así una particular, trasgresora, trastocada y moderna  divina triada entre su pecho y abdominales a modo de escudo.
 Fue el comienzo de su “gran obra pictórica corporal”, que fue “in crescendo”  con los años, y que además fue atendiendo a una evolución lógica de los tiempos y de las modas.
Cuando de niños en la playa se quedaba intencionadamente descamisado, yo me preguntaba si ese cuerpo (le llamaban Body), que  entonces  era el de un David, con los años pasaría a estar flácido o fofo, y que aquellas múltiples y multicolores imágenes, letras y símbolos que mes a mes se adherían a su cuerpo y que cruzaban el mapa de sus músculos y huesos, pasarían a ser, como todo, un reflejo de lo que felizmente un día fue. Como he insinuado torpemente, los tatuajes que lucía,  no se trataban de emblemas, símbolos o recuerdos de lo sufrido, vivido o amado, eran más bien un puzle aleatorio indescifrable (con borrones incluidos y todo).Algo así como una  vida transcurrida con torpeza, como la mayoría de ellas. Esta última cuestión terminó dando sentido para mí a su tuneado body.  Debo añadir, por completar la descripción estilista de Manolín, que de sus orejas también colgaban aquellos aros que en marinos de vela simbolizaban grandes gestas transoceánicas (como cruzar el cabo de Hornos o el de Buena Esperanza), aunque Manuel no había salido del pueblo jamás y paradójicamente solo se quitaba los aros cuando se bañaba en el mar, cuestión esta que me irritaba sobremanera.
Cuando con el paso de los años, me lo encontré una fresca mañana caminando, no lo conocí, no solo porque había ampliado su capilla sixtina particular hasta más arriba de su cuello, sino porque además sus largos cabellos no dejaban distinguir sus verdes ojos.
El me saludó con hiriente cumplido: “quillo hijoputa, ¡estás igual!”, (algo que en estos días con tanta foto digital se hace imposible de creer).
Yo le devolví la bofetada: “tú… ¡sí que has cambiao, cabrón!”, sabiendo que había mantenido su “obra”, que era su cuerpo, su body, tan admirable y esculpido como a los 15 años, y que pese a los borrones de tinta y algún chapucero dibujo que le conocía, se conservaba de gloria.

Cuando aquella mañana mis pasos siguieron mi camino en busca de perder algún imposible kilito veraniego, formulé en mi mente uno de esos teoremas que empiezo a querer demostrar empíricamente y que puede ayudar a tantas personas con benjamín sobrepeso: “si quieres estar en forma… tatúate a los 15 años algo en la barriga…no perderás el cuerpo…sobre todo preocupado por la silueta desfigurada que pueda tomar el Gran Poder en ella…”.

Tiene su lógica.

 

      

No hay comentarios:

Publicar un comentario