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Vespino SC de Bono |
Por estos lares del sur del viejo continente, en concreto 11.130, en nuestra perdida niñez se daban muchas historietas de motos y motoristas; la mayoría de historias siempre indocumentadas como las propias protagonistas. No sé cómo rodarán ahora estas motillos, puesto que ya no practico el vandalismo motorista piojero, pero entonces eran muchas las andanzas cúbicas forajidas.
Quiero recalcar que
no hablo de moteros mundanos de cuero y casco, nunca lo fuimos; hablo de motocicletas
chunguillas de bandazo lugareño, de motillos que normalmente tenían un
sobrenombre cariñoso y cercano; hablo de biplazas fugitivas con alma juvenil.
Entre las motillos de los colegas que recuerdo se encuentran: la “furia” (derbi varian sin metra-kit de
escasa o nula potencia), el wáter (escúter que por su color y
tamaño recordaba fielmente la figura de tan querida pieza de baño), “la galac” (diminutivo de galaxia, de
motor tan malo como desconocido), “rumbo a Conil” (hondita Px cuyo destino
preferido era justo quien le daba su nombre); y otras muchas leyendas urbanas
del asfalto más carrilero, cuyos sobrenombres mi memoria olvidó, como se olvidan los amores más queridos
(recuerdo la anciana vespino de Mr.Watson color grana, entre otras muchas).
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Vespino de Mr.Watson |
Debo aclarar que
normalmente estas motocicletas eran heredadas de hermanos mayores, primos o
tíos, por tanto despreciadas por otros seres de nula sensibilidad. Fueron pues casi
basura; luego basura rescatada. El rescate de estas viejas piezas normalmente consistía
en cuatro pegatas guatiné y poco más.
Algún atrevido las pintaba a spray o
le metía algún escape chillón y guerrillero.
De las cientos de
historias motoristas fugitivas que recuerdo con gran añoranza, quiero destacar
por encima de todas, una: la carrera. Solíamos con estas motocicletas de 50c.c.
realizar piques urbanos, carreras sin salida ni meta, pero con vencedores y
vencidos.
Un buen día, mi
querido amigo Bono, me emplazó a los nuevos y desérticos asfaltos del Novo.
Venía con un coleguilla suyo, amante del motor que sigue siendo, y con sus dos
balas dispuestas a un desenlace. La bala de Bono era un vespino celestino, heredado de su hermana mayor (luego Bono heredó
una de mayor cilindrada de su hermano, ésta con algo más de caché). La de
Albert, que así se llamaba su amigo, no la recuerdo. La mía: vespino AL de mi querida hermana
mayor.
El caso es que por
esos infinitos y novos rincones asfálticos, que un olvidado día fueron tibias dunas
y verdes pinos, comenzamos nuestra carrera sin salida y sin meta. Por allí
nuestras cabelleras corrían motorizadas, desnudas y despeinadas (más por el
viento que por la propia velocidad). Por allí nos emocionábamos con una
rotonda, con una curvita y con poco más. Eran edades en las que uno siempre
andaba emocionado por casi nada. Recuerdo una frase mítica de Bono que pregonó
con vehemencia en público en cierta ocasión: “yo seré campeón del mundo de motociclismo” (realmente lo creía, lo
que no sabíamos era el por qué).
Después de varios giros sin ton ni son, nos enfrentamos de bruces a nuestro mayor enemigo en la época: La Guardia Civil (los locales aún no tenían trascendencia alguna). En una de las rotondas (¿qué coño harían allí?), agazapados cual zorros viejos, descansaban una pareja de civiles, echando el cigarro supongo. “La cagamos”, me dije cuando nos pararon (supongo esto mismo pensaron mis dos compañeros de equipo).
- - “Los papeles” (frase mítica donde
las haya), dijo uno de ellos.
Las escusas que uno
se buscaba siempre eran muy baratas aunque cargadas de sentimentalismo, del
tipo “yo es que vivo ahí al lado”, o “la
moto es que no es mía…”, o “la he cogido un momentito…”, etc., etc.
El caso es que a
Bono le preguntaron su nombre (no llevábamos entonces felizmente ninguna
documentación en los bolsillos). Este ni corto ni perezoso, valiente e ingenuo,
soltó lo siguiente:
- - “Mi nombre… Pepe Belizón”. Y se quedó tan
pancho. Cualquier ser vivo hubiera sabido de inmediato que mentía. “Verá usté…, ES QUE LA MOTO NO ES MÍA…ES QUE
ES DE MI HERMANO…y no tengo los papeles aquí…etc., etc., etc.”
- - Pepe Belizón, ¿no?- dijo él guardia; y lo
anotó en una libretilla, supongo haciendo el paripé. “¿Y su hermano cómo se llama?”
Entonces un segundo
helado pasó por la mente de Bono y por las nuestras, y tan osado como dispuesto
a usar sus artes más fugitivas cual “Torete”, soltó en voz alta y algo temblona,
el siguiente nombre al vació más desesperado:
- -“JOSÉ BELIZON”
- -“¿¿¡¡¡Tú Pepe y tu hermano José!!!!???...anda, anda, anda, anda…tirad
por ahí y quitaros de en medio, que aquí no se puede estar…”
Aún me pregunto, qué
coño hacían esos dos civiles en aquel tramo desértico de nuestra carrera; pero
en aquel instante maravilloso y compasivo (de los que ya no quedan), arrancamos
nuestras flechas libres cual pájaros costeros, y más radiantes que antes si
cabe, y plenos de insensatez juvenil, volvimos de nuevo a ser felices.
Espero q Bono lea este episodio igual q lo he podido leer y sobretodo disfrutar yo, ya q yo fuí aquel tercer jinete involucrado en aquella improvisada y como no, soñada carrera jajjajajaja. Hoy cuando me comentaban la existencia de este relato, automaticamente me venian a mi memoria reflejos de aquel dia, pero es que una vez leido, ha sido impresionante la frescura con la q recuerdo aquel momento con esos señores de verde, de la cara de Bono al afrontar aquella situacion, y de como aquellos señores acabaron con nuestro duelo en cuestion de minutos.
ResponderEliminarYo llevaba una pequeña Puch magnum "heredada de mi hermano" y recuerdo q aquellos amables señores me decian: Tu sabes q con esa moto no puedes circular por la v publica, verdad? A lo q yo seguidamente le decia: Lo se señor, yo es que vivo aqui al lado y solo la he cojido un ratito jjajajaaajajajaj